The Arabian Wolf by Kelly Dreams

The Arabian Wolf by Kelly Dreams

autor:Kelly Dreams [Dreams, Kelly]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Fantástico, Romántico
editor: ePubLibre
publicado: 2017-01-01T05:00:00+00:00


La inesperada contestación se filtró en su mente de forma apagada, casi lejana. Su lobo levantó las orejas, interesado. Había somnolencia en su respuesta, no parecía estar despierta.

Movido por la curiosidad, contactó de nuevo con ella, tocó su mente y se encontró con el patrón propio del sueño.

«Brenda».

Abandonó la habitación, recorrió los pasillos y cambió de ala hasta detenerse finalmente delante de la puerta del dormitorio que le había asignado.

«¿Puedes oírme?».

No respondió, sin embargo, sus sensibles oídos captaron un profundo suspiro al otro lado de la puerta. Giró el pomo y empujó con suavidad la madera. Su compañera dormía con las lámparas encendidas, el aroma de la habitación ahora la representaba a ella, era su perfume, su calidez y antes de poder detenerse se coló furtivo en el interior.

Sus ojos se adaptaron a la penumbra, la figura femenina acurrucada en el centro de la cama captó su atención al momento y no pudo evitar relamerse como sabía que lo estaba haciendo su lobo. La deseaba, la deseaba de una forma enloquecedora e irracional, no soportaba que ningún hombre estuviese cerca de ella y cada vez que intentaba encontrar un poco de raciocinio a su conducta su lobo enseñaba los dientes y decía «mía».

Caminó hacia ella sintiéndose como un ladrón, excitándose por lo clandestino de la visita y encontrando objeciones al ir en contra de sus propias normas. No podía evitarlo, ella era como un faro en medio del desierto, esa luz que lo llamaba, que le prometía acogerlo en la paz de un oasis.

Dormía plácidamente, con las manos debajo del rostro y unos mechones de pelo cubriéndole la mejilla. Las largas pestañas parecían ahora abanicos oscuros que realzaban el rubor del sueño.

—Una niña —musitó, le dolían los dedos por tocarla, por retirar esos traviesos rizos y deleitarse con la tersura de su piel—. Me envían a una niña como compañera y todo en lo que puedo pensar es en lo mujer que te sentí entre mis brazos esa noche.

Ese recuerdo lo perseguía, lo atormentaba, ahora más que nunca.

—Una niña solitaria y asustada —se inclinó, sentándose en el borde de la cama, cediendo a la tentación de tocarla—, contra una traviesa cortesana.

Se revolvió bajo su toque, arrugó la nariz y parpadeó abriendo un poco los ojos.

—¿Puedo dormir contigo?

La pregunta surgió sola. De repente volvía a sentirse como un niño, a necesitar la calidez de una mano amiga y amorosa que lo aceptase por él mismo y no por lo que era.

La vio parpadear como si no estuviese muy segura de si estaba soñando o despierta.

—Solo si no roncas.

Dicho eso se desplazó bajo las sábanas, le dio la espalda y le dejó sitio.

—Creo que nadie se ha quejado todavía de eso.

Pero ella no contestó, estaba dormida, entregada a los brazos de Morfeo.

Más divertido que otra cosa, se quitó la ropa y se metió en su cama, atrayéndola a sus brazos, envolviéndola, respirando su aroma y dejando que el calor de su cuerpo penetrase en el suyo.

—Buenas noches, Brenda Rose —la besó en la cabeza y dejó que el sueño acudiese en su búsqueda.



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